En este verano, he tenido la suerte de poder pasar unos días en Londres, ciudad a la que no viajaba desde hace unos diez años. Me ha sorprendido muy gratamente la evolución que ha sufrido, arquitectónicamente hablando, en los últimos tiempos. Mucho y muy bueno. Han sabido mantener la solera y los edificios clásicos, pero incorporando, sin miedo, las últimas tecnologías y los edificios más modernos que conviven en perfecta armonía, dando como resultado una ciudad moderna y cosmopolita, pero a la vez, clásica, sobria y elegante.
A destacar el magnífico “pepino” de Norman Foster, quien también ha diseñado un moderno puente, el Millenium Bridge, sobre el Támesis. Y el ya clásico edificio de estilo High-tech de Richard Rogers, (también arquitecto creador de la T4 de Barajas) el LLoyds Building.