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Como ya os comentaba en un  post anterior, la Alhóndiga es un edificio de principios del siglo XX, reconvertido en punto de encuentro de ocio y cultura tras una reforma espectacular que ha realizado Philippe Stark.

Me llamó la atención, y me gustó mucho, la respuesta que dio a una de las preguntas que le hicieron en una entrevista, con motivo de la inauguración  del edificio. Le preguntaban si se había sentido impresionado por la responsabilidad tan enorme que suponía el realizar un proyecto de reforma en un edificio de esas características y antigüedad. Su respuesta fue que en absoluto, que para él,  la importancia de este tipo de edificios antiguos, residía en  que servían de soporte perfecto para el futuro. Estoy totalmente de acuerdo con él, creo que los edificios que realmente valen la pena conservar, estamos obligados a hacerlo, y además le dan un enorme valor añadido a lo que en ellos queramos realizar, pero también pienso, que es muy importante saber distinguir entre lo que es bueno, de calidad y además antiguo, y lo que es simplemente viejo. A veces veo edificios, muchos de ellos en mal estado, pero que están  totalmente protegidos por el simple hecho de llevar construidos muchos años. Creo que lo se debería de hacer en esos casos, es permitir derribarlos y dejar paso a lo nuevo, que puede ser igual de bueno, o incluso mejor. Me recuerda a lo que un amigo mío decía de los lugares recónditos que visitaba: Que no eran mejores por el simple hecho de estar más lejos. Pues esto igual.

La Alhondiga

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